jueves, 18 de febrero de 2021

La Figueraza - Carrascal de Castejón - La Sotonera

Al norte de las ruinas del Castillo de Becha encontramos una pequeña loma. Se alza como una meseta por encima de la parte norte del Carrascal de Castejón, siendo perceptible su pequeña elevación desde la carretera que une Lierta con Banastás. Vamos a llamar dicha loma como la Figueraza porque así denominan los mapas a esa zona. Alcanza la cota de 636 metros de altitud sobre el nivel del mar en su parte más elevada. 

Vista actual de la Figueraza desde el norte, el lado más alto. 

Durante la Guerra Civil Española, esta loma tenía algunos ejemplares de carrascas pero estaba en su mayor parte desarbolada. Hoy en día un bonito bosque de encinas la cubre por completo, con algunos árboles de gran tamaño. En los años 30 el bosque llegaba hasta la misma meseta, la cuál marcaba el límite del Carrascal por el oeste. En la actualidad y debido a la puesta en cultivo de parte del bosque que la rodeaba, algunos vestigios de la Guerra Civil  que se encontraban cerca seguramente se  hayan perdido. Sin embargo los restos de los que vamos a hablar en esta entrada, afortunadamente, se conservan en relativo buen estado de conservación ya que el terreno ha permanecido intacto. 


En esta ocasión no se va a hablar de ningún episodio bélico de los que aquí pudieron ocurrir. Seguramente los combates más importantes fueron en torno a los días 8-15 de abril de 1937, cuando las fuerzas republicanas atacaron la zona y conquistaron el Castillo de Becha y otras posiciones como ésta. Los gubernamentales consiguieron retrasar el frente de guerra hasta los límites del Carrascal ocupándolo en su práctica totalidad. Fue el máximo punto de avance republicano y comprometió seriamente la carretera de Jaca, única vía de conexión de la ciudad de Huesca con el resto de territorio rebelde. En los días posteriores al 10 de abril los nacionales atacaron intensamente el sector pero no consiguieron desalojar de aquí a sus enemigos. De estos combates hablaremos en otras entradas. 


Soldado republicano luchando en el Carrascal. (La conquista del Carrascal de Chimillas, Frente de Huesca)

En la Ofensiva de Aragón, marzo de 1938, el frente no se rompió por aquí si no que se hizo más al norte, como ya se ha hablado en entradas anteriores. Esto se puede deber a que combatir en este bosque era una tarea peligrosa y arriesgada. Pedro Torralba nos cuenta como la visibilidad era escasa y las condiciones propicias para la actuación de francotiradores apostados en los árboles. Seguramente el motivo más determinante fue que la cobertura aérea dificultaba la actuación de la artillería y de la aviación, armas en las que los rebeldes eran muy superiores a los republicanos. 


Vista del Castillo de Becha en la Guerra Civil. Detrás del castillo y con algunos árboles, la loma de la Figueraza. (La conquista del Carrascal de Chimillas, Frente de Huesca)

El firme asentamiento de los nacionales en algunas posiciones como Mondó, el Castillo de Castejón o el Castillo de Mesoné, no permitió pasar de aquí a las fuerzas leales al gobierno. Desde Mondó se debió hostigar con facilidad a la Figueraza, algo que se puede intuir en los vestigios que observamos hoy en día. La parte septentrional de la posición, al ser la más expuesta, es la que conserva las trincheras más profundas y la mayoría de sus abrigos son excavados. 


La Figueraza vista desde la loma norte de Mondó. este último queda al noroeste de la primera. 

Los vestigios que quedan en la actualidad, con casi total seguridad, se corresponden a los que dejaron las fuerzas republicanas en marzo de 1938. Las defensas están orientadas hacia el oeste, el frente sublevado. Además, como ya se ha comentado en otras ocasiones las posiciones rebeldes de la zona suelen  ser posiciones de resistencia, con una disposición distinta a la de la Figueraza. En cambio la forma que presenta la posición, sí que encaja con la defensa lineal republicana ya que estas trincheras empalman con otras zonas aún visibles en la actualidad. 

Hay unos 600 metros de trinchera, varios abrigos y alrededor de una docena de refugios subterráneos, todos ellos hundidos debido a que es terreno blando. La línea de trinchera recorre las cornisas occidental y sur de la loma y hay al menos dos tramos de trinchera de comunicación entre el frente y la retaguardia. 

Empecemos con los vestigios visibles en la actualidad de norte a sur:



En primer lugar observamos los restos localizados al norte de la loma, y que en teoría conectaban con otros aún presentes en el Carrascal (hablaremos de ellos en el futuro). Se aprecia un foso que pudo ser un puesto de tiro, ya que desde el se dominan las lomas arboladas situadas al oeste de la posición. La trinchera y el foso aún en la actualidad son relativamente profundos. 


La trinchera que comunica ese puesto de tiro con la trinchera principal, tiene además tres entradas a refugios subterráneos, dos en un lado y el tercero al otro. Están completamente hundidos. 


Según nos cuenta Pedro Torralba, los sublevados encontraban cierta facilidad para atacar desde esas pequeñas lomas al protegerles en sus aproximaciones. En la imagen, otro foso posiblemente de tiro. 


Vemos un abrigo subterráneo con dos entradas distintas. Está hundido. 



Comenzando a elevarnos por la ladera norte de la loma, encontramos las bocas de algunos abrigos subterráneos cuyas salidas no están dirigidas hacia el frente enemigo. 



La trinchera es fácilmente perceptible


En este punto sale una trinchera de comunicación hacia la retaguardia de la posición. 



Hay varios huecos a lo largo de toda la loma que pudieron albergar construcciones de distinto tipo. 


En torno a la esquina noroeste, el lugar más comprometido por Mondó, la trinchera tiene una profundidad más que notable, siendo hasta ahora la zanja más honda de todas las que hasta ahora he visto en el entorno. Y eso teniendo en cuenta, que incluso algunos árboles han crecido dentro de ella. 





Hay un par de entradas a un refugio subterráneo. Es muy probable que estas entradas conecten con alguna de las situadas más al este y que están abiertas en dirección contraria, pero el refugio es completamente inaccesible. 






Algunos tramos de trinchera fueron excavados directamente en la roca y aún son claramente apreciables algunos puestos de tirador. La aparente falta de hormigón de estas fortificaciones era suplida a golpe de pico. 



Otro puesto de tiro. Al fondo (la imagen es mirando al oeste) se ven lo que eran algunas posiciones rebeldes y la balsa de Mesoné en la cual estaba situada el Castillo homónimo hoy desaparecido (también fue una posición nacional). 


Algunos abrigos subterráneos parecen ser usados por la fauna. En esta zona hay un punto donde un refugio ha colapsado y hay un hueco en el suelo bastante distancia de la entrada por lo que podemos deducir que también era de notables dimensiones.  Este colapso (similar al que podemos ver en la Corona sur) puede tener su origen en el paso del tiempo, o en voladuras intencionadas o accidentales de material explosivo. 




Algunos ejemplares de encina de gran tamaño que sin duda ya estaban presentes durante la Guerra Civil española, guardan en sus raíces lo que pueden ser entradas a más refugios subterráneos. Quizá se usaban los árboles para camuflar la entrada ante los bombardeos enemigos. 


Hay restos de construcciones como algunas tejas. 





Conforme avanzamos hacia el sur de la loma, aparecen un gran número de fosos. 



Entrada a otro abrigo subterráneo hundido. 


La trinchera continua en el lado sur. Al fondo de la imagen, los restos del Castillo de Becha, la Carrasca de Becha (árbol monumental) y en último término Huesca ciudad. 


En torno a la esquina sureste de la loma, hay un nudo de trincheras. 


Al fondo la localidad de Igriés, Puesto de Mando del Regimiento Rojo y Negro (luego la 127.ª Brigada Mixta). Fue durante bombardeada por la aviación y artillería franquista hasta que se levantó el Cerco de Huesca. 


Las Coronas, Arascués y Nueno vistos desde la Figueraza. 


A retaguardia de la loma, en su lado este, quedan un par de refugios subterráneos de notables dimensiones pero hundidos. 


Una de las construcciones más interesantes también situada a retaguardia. Se trata de un abrigo con forma circular y que no conserva cubierta alguna. Está excavado en la roca. 

 
Desde el lugar donde se sitúan éstos abrigos de retaguardia, parte una trinchera de comunicación que conecta este punto con el resto de fortificaciones. 



La Figueraza se trata de un rincón lleno de historia y de valores naturales. Como en tantos otros parajes del entorno, murieron y sufrieron muchas personas. Su recuerdo no merece el olvido y es triste pensar que estos lugares de memoria pasan inadvertidos. Esperemos que eso cambie y este abandono vaya a menos y no a más. 

Archivo con la localización aproximada de los vestigios:


Pablo GP

BIBLIOGRAFÍA: 

Torralba, P. (2018): De Ayerbe a la "Roja y Negra" 127 Brigada Mixta de la 28 División. Zaragoza: Comuniter.