La Guerra Civil española tuvo multitud de escenarios por toda España. Unos son tristemente célebres, otros poco conocidos y algunos, quizá, ya no serán recordados por nadie.
La Sierra de Gratal y Caballera son unas montañas de las que se ha hablado poco respecto a su papel en el conflicto, pero afortunadamente no están del todo olvidadas. En esta entrada vamos a descubrir una de las varias posiciones aún existentes aquí, y en las que el tiempo parece haber pasado más despacio desde los años 30.
Las montañas asoman tímidas entre las nubes.
En la primera entrada del blog hecha respecto a Sierra Caballera, ya se hablo un poco sobre lo aquí acontecido. Uno de los hechos mencionados fue que por estas montañas se rompió el frente por parte de los sublevados el 22 de marzo de 1938 durante la Ofensiva de Aragón, una de las batallas (si no la que más) más decisivas de esta guerra. Restos de una pequeña caseta seguramente construida y utilizada en la GCE. Hay latas y restos de metralla en sus inmediaciones, pero ha llegado a nuestros días completamente destruida. En el entorno de la Sierra de Gratal, hay más posiciones similares.
Sin embargo hay algo que parece no encajar entre las noticias oficiales y los partes de guerra del ejercito sublevado. Según la prensa franquista (y la obra "La liberación de Huesca" obra de Cirilo Martín Retortillo editada en 1942) el mismo día 22 de marzo el ejercito rebelde llegó a la Punta de Gratal. No obstante, la localidad de Nueno no fue tomada hasta el día 24 de marzo. Nueno se encuentra a los pies de la Sierra de Gratal, y una vez dominada ésta, la defensa de la localidad hubiese sido muy complicada. De hecho, parece ser que cuando se consiguió avanzar por las montañas fue cuando el pueblo se pudo ocupar. Este retraso se achaca al mal tiempo, con nieve, viento, lluvias y frío.
Como vamos a ver a continuación, no solo el mal tiempo debió retrasar el avance rebelde.
Perdida entre bojes y arizones hay una pequeña posición construida y defendida por el bando republicano. Esta misma vegetación la oculta y protege. El acceso al lugar es terriblemente difícil por dicha vegetación y lo escarpado del terreno. Los arizones (Echinospartum horridum) también tuvieron su papel, pues sirvieron de combustible para encender hogueras que guiaron a los simpatizantes republicanos. Estas personas (a veces mujeres y niños) huyeron por estas montañas del territorio controlado por los rebeldes.
La posición destaca por un espectacular muro de piedra seca. El hormigón está completamente ausente de la zona. La abundancia de piedras y la dificultad de acceso son el motivo.
Uno de los lados de la posición. Se observa la pequeña aspillera. La imagen está tomada desde lo que sería el exterior.
Detalle de la aspillera. Atención a las rocas escogidas como base y dintel, de mayor tamaño que las demás.
El muro, prácticamente intacto, tiene solo una aspillera. Su grosor es considerable, supera el medio metro, y la altura será superior al metro y setenta centímetros. Es más que probable que tanto el techo de la posición como el propio muro, estuviesen camuflados con vegetación tal y como se hacía en el cercano frente del Serrablo.
Lateral del muro. Teniendo en cuenta la más que probable dirección de tiro, resulta sorprendente la distribución de este muro ya que se encuentra a la izquierda de la aspillera. En la zona derecha de la imagen se encontraría la parte techada e interna de la posición.
Parte interna. La aspillera se encuentra en el centro de la imagen.
Detalle de los restos de la construcción interior
A la derecha, la zona interna. El terreno ahí está ligeramente excavado. Tal vez esta parte estaba fortificada con otro material como los rollizos o con sacos terreros.
Vista desde el interior de la aspillera. Pocas dudas da la dirección de tiro, pues este pequeño ventanuco está direccionado de forma perfecta a una de las puertas de acceso de la Sierra de Gratal.
Parte interna de la posición, se aprecia ligeramente el terreno excavado.
Restos de uralita fragmentados, material que cubría la techumbre de la construcción y localizada en la parte interna de ésta.
En un hueco del muro, quién sabe si desde hace más de 80 años, hay una lata abierta.
Esta construcción es una prueba irrefutable de que la Sierra de Gratal estaba fortificada y preparada para su defensa. Es robusta, y su orientación delata un estudiado plan de fuego para batir el avance enemigo.
Un lugar así, al visitarlo, se transforma en un espacio de reflexión. Mil preguntas acuden a la cabeza, por ahora, sin respuesta. El tiempo está congelado. Lo que parece olvidado, revive. Lo que está perdido, vuelve a encontrarse. Un auténtico tesoro de incalculable valor. Entre todos tenemos que preservarlo y aprender de él.
Este y otros vestigios de la zona están recopilados por la el grupo de estudios "La Trinchera Olvidada", del cuál forma parte el autor de este blog.
Pablo GP.
BIBLIOGRAFÍA:
Fontella, S. (2020): Diario de operaciones de la guerra de liberación del Generalísimo Franco. Tomo IV, Mazo-Abril 1938. Lorca: Fajardo el Bravo.